Muchas de las peleas dentro de las bandas surgen por las composiciones. Nadie quiere ser llamado vendido ante la audiencia si compone algo que simplemente suena a esto o aquello.
Ser un vendido se puede traducir en dejar de ser lo que eres por dinero. Dentro de la industria ya existe una fórmula para llegar a las masas y generar enormes cantidades de dinero. A los que manejan el negocio no les importa qué tan bueno seas, sino cuánto generas en ganancias: invertir poco y ganar mucho.
Como artista, a veces es echar un volado: salir del anonimato y vivir de lo que amas, o dejarlo y dedicarte a otra cosa.
El precio del éxito
Muchos están dispuestos a vivir al día, pero pocos trascienden. Mientras tanto, otros miembros de la banda tienen diferentes metas y es ahí cuando los proyectos se quiebran.
Un caso muy marcado es el de Metallica. Después del Black Album cambiaron su estilo. Muchos fans los abandonaron y destruyeron sus discos tachándolos de vendidos. Pero ese disco los catapultó a lo que son hoy. Aunque sus discos posteriores (antes de Death Magnetic) no fueron tan exitosos, nuevas generaciones aún disfrutan sus clásicos en vivo y encuentran inspiración.
Ya no son lo que eran, pero dejaron un claro ejemplo: tocar, tropezar, levantarse y regresar a tocar.
Reflexiones personales
Hoy por hoy, pienso dos veces antes de tachar a alguien de comercial. Como exmiembro de bandas que nunca trascendieron, entiendo que los egos, las prioridades y los principios pesan más que el amor a la música. Muchos terminamos haciendo otra cosa que no nos apasiona tanto.
Por eso, he aprendido a disfrutar lo que nos queda: conciertos, discos y canciones. Gracias a artistas como Roger Waters, aunque sea tachado de vendido, pude escuchar en vivo temas de Pink Floyd que jamás creí disfrutar en directo. Eso no tiene precio.
Moraleja
El arte siempre depende de la industria. Muchos genios de la pintura se dieron a conocer por obras religiosas porque era lo que se consumía en su época. La diferencia está entre ser un buen vendedor y ser un vendido.
Al final, todo es cuestión de perspectiva. Como dice el viejo refrán: una llave que abre todas las puertas es una llave maestra, pero una puerta que se abre con cualquier llave, no sirve para nada. Cada quien tiene la última palabra.

